Lunes , 12-04-10
ESPAÑA no es Grecia, pero tampoco es Alemania. El ratio deuda PIB español no permite comparación con el del país heleno y es incluso más bajo que el alemán, pero no hay más que ver la respuesta fiscal a la crisis económica, el déficit público español dobla prácticamente al alemán y se acerca mucho al griego, para entender el por qué de la comparación. El problema no es la historia económica reciente, eso es lo que mide el ratio de deuda, sino el futuro de ambas economías, sus posibilidades de crecimiento con el corsé de la Unión Monetaria en un escenario de creciente aversión al riesgo, drástica consolidación fiscal y con una importante pérdida de competitividad acumulada.
Cuando los inversores internacionales comparan España con Grecia no están cayendo en estereotipos insultantes, ni en conspiraciones seculares, sino que están cuestionando racionalmente la capacidad de crecimiento de ambas economías y la voluntad política y madurez social para realizar reformas estructurales dolorosas pero necesarias. Grecia está claramente en una trayectoria de deuda insostenible. No puede hacer frente a sus obligaciones exteriores sin ayuda concesional, sin que alguien le subsidie los pagos de intereses que le exige el mercado. Esa es la labor del FMI y parece que finalmente también la Unión Europea va a poner algo de dinero blando. España no está en esa situación, por eso hoy paga la mitad por su deuda pública, pero hay elementos muy preocupantes en la dinámica de la deuda española. Primero, el plan de estabilidad presentado en Bruselas sencillamente no es creíble y exige precisiones importantes tanto en el lado de los ingresos, donde el optimismo sobre la intensidad de la recuperación es exagerado, y de los gastos, donde el plan es puro voluntarismo en un Estado de las Autonomías tan complejo. Segundo, la deuda crece cada semana con un nuevo plan económico anunciado por un gobierno desorientado que no parece haberse dado cuenta de que sencillamente no hay financiación disponible para un país que no ha demostrado ser capaz de crecer sin estímulos artificiales. Tercero, no hay voluntad política de realizar las reformas estructurales de calado que liberen el potencial productivo de la economía española y sin ellas, aritméticamente, el ratio deuda PIB crecerá de manera pasiva. El Gobierno de España tiene que demostrar a sus acreedores que ha entendido la crisis griega. Si no lo hace pronto, éstos empezarán a pensar que el país no tiene voluntad ni capacidad de pago. Las consecuencias serían nefastas.
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